sábado, 18 de octubre de 2014

Payasismo Autocrítico

Pienso que de todas las palabras que posiblemente pudieran definir mi personalidad, la conjunción de esas 2 es la que más sentido le da a mis actitudes y acciones en el día a día.

Elegí la palabra “Payasismo” (suponiendo que ésta exista) porque ante cualquier tipo de situación que me que pueda tocar vivir, siempre la voy a enfrentar con una sonrisa en los labios (otras escuelas del lenguaje saben llamarla “cara de pelotudo”) y haciendo chistes, normalmente malos, independientemente de lo buena o mala que dicha situación pueda ser. Tampoco quiere decir esto que si me llegan a rajar del laburo me voy a cagar de risa al respecto, pero, por otro lado “lo hecho, hecho está”, entonces ¿qué gano llorando, pataleando o arrancándome los pelos de la nariz con una tenaza caliente? Nada. Por tanto, es ahí cuando decido ponerle buena cara al mal tiempo y darle para adelante, recibiendo con una buena actitud lo que sea que el camino me depare, así sea un nuevo laburo o pisar caca de perro en la calle.

A pesar de ser una persona entendedora y de que lo he intentado, jamás voy a poder descifrar qué piensa la gente que anda todo el día con un culo dibujado en la cara. Lo puedo llegar a entender en el tétrico caso de que se estén cagando encima a mitad de camino entre el laburo y su casa, pero fuera de eso, si en teoría vivimos en una constante búsqueda de felicidad, ¿no sería mejor para la causa empezar por nosotros y desdibujar el ojete de nuestros rostros? Recomiendo que durante algunos días prueben esta pseudoterapia de proyectar aunque sea una tenue risa en sus caras, y solitos van a ver como de a poco los paisajes grises de siempre van agarrando algo de color.

Y por último, el otro atributo que me adjudico: la autocrítica. Esto es mucho más que un “pero qué pelotudo que soy” para nuestros adentros después de haber metido la pata, como si una autoputeada fuera suficiente para analizar, entender y aprender de la acción que derivó en el moco echado. Creo que este otro rasgo deriva de ser medio payaso, en el sentido de que es mucho más simple asumir las faltas que cometemos cuando tenemos la mente enfocada en caminar siempre hacia adelante, dejando atrás los errores, que tirándonos al piso con cara de orto para ponernos a buscar a algún culpable, siendo que quizás, podamos encontrarlo al mirarnos en un espejo.

lunes, 6 de octubre de 2014

Cuestión de Tropezar

¿Cuántas veces nos cagamos para hacer cosas, y después nos terminamos arrepintiendo de no haberlo hecho? ¿Cuántas veces nos hemos echado atrás en ir a hablarle a esa chica en el boliche o en la facu, por una inseguridad estúpida, para después terminar pensando que habría sido si le hubiéramos dicho algo?

Incontables son las veces que esto me ha ocurrido, suficientes como para darme cuenta que los alimentos principales de nuestra inseguridad son 2: la duda y el silencio.

La duda, aquella incertidumbre que nos hacer ver al rechazo como el peor de todos los males, confundiéndonos con el qué cómo cuándo y dónde, para dibujar un momento ideal que nunca va a llegar, y nos deja ciegos para ver que el “Qué” es aquello que nos llegue primero a la cabeza, el “Cómo” es aquella forma que nos venga más natural, y el “Cuándo y Dónde” son ahí mismo, en ese preciso lugar y momento.

La duda se disfraza de aquella situación perfecta que tanto añoramos, para dejar de lado aquel momento “real”. Que puede ser bueno o malo, nublado o soleado, pero real porque esta ahí en frente nuestro, para pagarle un boleo en el orto a ese “que hubiera sido si…” y convertirlo en una historia, una anécdota, en algo de lo que podamos aprender, o en algo que podamos disfrutar, pero siempre en todo caso, en algo real.