domingo, 21 de diciembre de 2014

Cuestión de Actitud

Viernes a la noche, sentado en el balcón, ambos pies descalzos sobre la baranda, y viento norte que pega de frente. El cielo estrellado, cuaderno apoyado sobre el muslo, lapicera en mi mano izquierda y tiempo que perder, así estoy en este momento de bohemia, forzando a las palabras para dar forma a lo que, en otros días, se debatió dentro de un recóndito lugar en mi cabeza.

Unas ganas conjuntas de tirarme a dormir con la esperanza de que al despertar todo sea distinto a como es y más parecido a lo que esperaba que fuera. Y al mismo tiempo, ganas de pegarle una patada en el culo a ese pesimista que solo quería dormir y salir a buscar esa vuelta de tuerca que pueda cambiar mi suerte. Ganas de mandar a la mierda y demostrarle a quien mueva los hilos del destino que no me voy a conformar con poco, que aun sin piernas voy a seguir caminando que aun sin brazos la voy a seguir remando, y que no hay bajón que pueda superarse con una sonrisa en los labios y el apoyo de alguien que quiera vernos bien.


Pasan un par de horas y me digno a levantar el culo de la silla para dejar de lado la bohemia y juntarme con amigos para compartir risas, tragos y anécdotas. Y sin siquiera esperarlo, ese dilema planteado anteriormente ya no estaba, esa pared de incertidumbre había esfumado, enterrado o lo que fuere, pero ya no estaba ahí tapando el camino que tenía en frente. Y así de repente, ya no era yo solo con mi mente nublada por un futuro borroso, sino parte de una pluralidad de bromas e historias en un presente cálido y bajo una noche estrellada.