lunes, 12 de septiembre de 2016

Viento en Contra

A veces cuando camino hacia algún lugar y siento al viento chocarse contra mí me pregunto cuál será el motor que lo impulsa hacia cualquier parte. De a tiempos calmado, y en otros colérico, suelo frenarme en el instante en que la primer ráfaga se estrella contra mi cara dejando mi mente en blanco por unas milésimas de segundo y que al volver en mi me hace preguntarme por qué iba hacia donde iba, o por qué llevaba en mi cabeza cosas que un abrir y cerrar de ojos ya olvidé.

Pensamientos que se desvanecen en ese pestañeo y que quedan detrás de una puerta giratoria en nuestra mente que una intempestiva ráfaga hizo girar para luego quedar en punto muerto y volver a soplar al instante en que recobramos la consciencia de que nos dirigíamos hacia algún lado pensando en algo ahora totalmente irrelevante.

Una brisa que me llevó a concluir que quizás los lugares a los que queremos ir no son los mismos en los que necesitamos estar. Y que tal vez, solo tal vez, no sea un vendaval de viento en contra un pesar que nos dificulte llegar a los destinos que queremos arribar, sino una señal que nos guie hacia algún oasis que por centrar la vista hacia adelante no vimos, o por la inercia de no parar dejamos atrás. Un rumbo paradisíaco dentro nuestro para observar, vivir, y descansar.

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